Un poco sobre mí...

miércoles, 18 de agosto de 2010

¿Yo no soy perfecta quiere decir que no puedo acceder a la santidad?

Santidad, es una palabra difícil de definir, ya que se basa en lo espiritual.
Según los diccionarios significa “Cualidad de Santos”. Buscamos santo y lo definen como perfecto y libre de toda culpa. En el mundo cristiano, se dice de la persona a quien la Iglesia declara tal, y manda que se le dé culto universalmente.
Suena bonito entonces ser santo, que te den culto porque te consideran perfecto y libre de toda culpa. Pero como llegar a ello, en los diccionarios lo plantean demasiado difícil a mi parecer. Santo es alguien perfecto, yo no soy perfecta quiere decir que no puedo acceder a la santidad?

¿Estamos todos llamados a la santidad? ¿Podemos llegar a ello, personas tan normales como yo?, son preguntas que hacen eco en mi interior y que hace unas semanas no me dejaron dormir.
Aun recuerdo aquella niña, que estudiaba en un colegio religioso, que ansiaba ser santa con toda su alma, observando los ejemplos de santidad propuestos por sus superioras. Esa era yo, hace unos años, sin todos los conocimientos y alienaciones de la actual persona que soy.
Recuerdo aquellos santos, Don Bosco, Madre Mazzarello, niños como: Domingo Savio y Laura Vicuña, a los cuales tenía como ejemplo. Con el paso de los años, estos recuerdos se han ido desvaneciendo siendo reemplazados por cosas banales, por diversión, por vivir la vida, yendo a fiestas, estudiando, cumpliendo con mis responsabilidades sin hacer mal a nadie, simplemente creo que me he vuelto una robot cumplo con todo lo que me encargan. Poniendo como excusa que no tengo tiempo de pensar en ello porque tengo un montón de cosas que hacer o por todo el ruido de mi exterior, cuando realmente es que no quiero tener tiempo para ello porque se me hace un mundo pensar en santidad.
Conversando con una fraterna me dijo que para llegar a la santidad tenias que establecer bien lo que Dios quería de ti, que sólo yo podía descubrirlo y que los demás sólo podían darte pistas.
El problema radica allí, en que para poder pensar en santidad, debes de tener definido lo que Dios quiere para ti, y en mi caso eso falla, aun no se que es lo que Dios quiere para mí, y me estresa pensar en ello.
Ya tengo respuestas de por qué varios de mis contactos del Messenger respondieron de esa manera a lo que era la santidad, una puede ser por flojera y otra por la moda.
La moda actual, parece no aceptar prototipos de santidad, es una moda de superficialidad y egoísmo, en donde si mencionas el deseo de ser santo o simplemente correcto, es razón de burla ante los demás.
Podría echar toda la culpa al mundo alienado en el que vivimos, el mundo alienado en el que vivimos no me permite pensar en santidad. Analizando un poco más, el mundo no es el alienado, yo soy la alienada, que me dejo llevar por las masas, me convierto en una simple oveja, pudiendo dar fin a esta situación.

¿Cómo es posible que pueda yo estar llamado a la santidad, si soy un desastre en ello?
Después de mucho pensar, y basándome en el libro “El anciano en el jardín”, me he dado cuenta que ser santo no es hacer necesariamente milagros, ni dejar obras sorprendentes para la historia.
Todas las historias mencionadas por el autor nos dan muestra de que la santidad es posible, los santos tuvieron defectos, no eran perfectos, cometieron pecados, fueron normales, pero creyeron en el Evangelio y lo cumplieron, algunos han dejado huella profunda; otros, han pasado irreconocidos, por ello llegué a la conclusión de que sí. Pero el problema está en que si ya es tarde para enrumbar mi vida, si tendré al alcance los medios requeridos para llegar al final, si tendré la fuerza de voluntad firme para cumplir con todo lo que se me proponga y para vencer todas las tentaciones.
“Para ser santa el primer paso es la confianza, y después abandonarse en manos de la Virgen, para que Dios haga lo que quiera...” (Santa Teresita)
No solo se da la santidad en el ámbito religioso o sacerdotal. La santidad se nos presenta en un gran catálogo de opciones. Podemos llegar a ser santos en la vida cotidiana, en la laboral, en el matrimonio. No es sólo el desear ser santos sino hacerlo realidad, pero desde donde te toca, tu familia, tus amigos todo tu entorno, en tu carrera y en tu vida personal, sanando todas las heridas interiores. Mucha gente se santifica con lo que hace día a día, buscando cosas que las fortalezcan moral y espiritualmente así que no es difícil se santo. Hay que dar todo de nosotros todos los días, no guardemos todos los maravillosos dones que nos dio Dios, esa es la clave de la santidad: comenzar a amar a los demás y no aferrarnos mucho a lo que hacemos.
Se puede hacer mucho con una sonrisa, no olvidar sonreír, se puede ayudar mucho a una persona con una sonrisa, con mi apoyo, con un consejo: Con Dios se pueden hacer las cosas mucho mejor de lo que pensamos, cosas tan simples que logran obras grandes.
Ahora si no eres muy comunicativo con los demás puedes ayudar con el ejemplo, siendo ética y moralmente bueno, coherente con lo que piensas, lo que dices y haces. La santidad consiste en hacer las cosas bien, en rectitud de vida. Es procurar hallar a Dios en lo que hagamos en cada momento, identificarse con Cristo sin recurrir a cosas extraordinarias. Como decía Madre Mazzarello cuando estaba en clases de costura: “ Cada puntada es un acto de amor a Dios”.
Lo importante es cumplir la voluntad de Dios en cada momento, llevando a cabo a detalle el deber de cada instante.
Ahora entiendo, a las madres de mi colegio, cuando les preguntaban ¿qué hora es?, ellas respondían: “Es hora de amar a Dios”. Nosotras lo tomábamos como una broma, pero realmente esa es la respuesta, amar a Dios, cumplir su mandamiento a todas horas es lo que nos hará mejores.
Todos estamos llamados a la santidad, la cuestión es no sólo aceptarlo sino asumirla completamente, asumir la realidad que nos toca vivir. Dios mismo nos llama, es un llamado que podemos escuchar fuerte y claro, si estamos atentos y con el corazón dócil, queda en nosotros el hacernos los sordos, los ciegos y los mudos ante esta verdad. Sólo con la fe puedo llegar a donde quiero realmente, para cumplir el Plan de Dios, sin duda hay sacrificios, no hablo de masoquismo, sino de vencer obstáculos. Que mayor ejemplo, que el de la Virgen María, que encarna en su vida de esposa y madre el ideal supremo de la santidad, confiando en Dios plenamente, cumpliendo su plan a la perfección.
Empaparme más del tema, recordar la vida de tantos santos ha hecho efecto en mí, espero que en ti también. Quien sabe si dentro de un tiempo me haga santa o te hagas santo, recuerda es cuestión de voluntad.
Termino colocando una frase, que contiene mucho significado sobre santidad, y que la observaba constantemente de niña en los patios de mi colegio (de las Hijas de María Auxiliadora): Madre mía que quien me mire te vea (Santa Teresita)

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